¿Es
la fe religiosa realmente un asunto privado?
Cosmovisión
- Religión - Ideología -
Política
-
sobre la relación entre Razón, Emoción
y "Fe" -
de
Wolfgang Fischer
(
versión.pdf
)
Consideraciones
previas sobre el sufrimiento que se infligen los seres
humanos
No
resulta fácil abolir el sufrimiento. Pues mientras se
esté infligiendo sufrimiento, aquellos que traten de
cambiar este hecho causarán a su vez sufrimiento a
los "causantes" originales. De ahí que en un
principio sólo se trate de reducir la
"producción de sufrimiento y de culpa". Así
pues, disminuir la producción de sufrimiento en la
sociedad implica situar el pensamiento y la acción
del ser humano en un contexto más creativo y aspirar
a una justicia universal.
Esto
exige la colaboración de todas las fuerzas sociales
para generar una nueva cultura política, una cultura
abierta y predispuesta a la innovación. Esa es la
meta de las reflexiones siguientes.
La
libertad de pensamiento, maldición y bendición
al mismo tiempo
Como
demuestra la Historia, la libertad esencial del ser humano
tiene consecuencias contradictorias - por una parte, la
capacidad creativa y, por la otra, la capacidad destructiva.
Sin
embargo, si llegamos a la conclusión de que, por
"designio divino", el ser humano está dividido en
"bueno" y "malo" y seguirá estándolo porque
esa es su "naturaleza", podemos poner aquí mismo el
punto final al debate. Estaría de sobra cualquier
otra idea, pues todo estaría predeterminado y
seguiría inmutable como hasta ahora.
Pero
si partimos de que el ser humano es como es porque ciertas
condiciones culturales así lo determinan, entonces
existe una posibilidad de encontrar una salida al
dilema.
La
evolución de la libertad del
espíritu
Desde
el punto de vista puramente biológico, el hombre es
un animal. Está sometido a las leyes de la naturaleza
como cualquier otro ser vivo. También para el ser
humano es inexorable el ciclo de la vida: nacimiento,
reproducción y muerte. Sin embargo, lo que diferencia
al ser humano de los animales es su cerebro, junto con todas
las dimensiones de nuevas experiencias cognitivas que dicho
órgano le permite.
En
el reino animal, podemos comprobar la evolución en
este sentido si comparamos las posibilidades de los
organismos unicelulares con las de especies más
evolucionadas, hasta llegar a los primates: observamos que,
tanto en sus acciones como en sus reacciones, hay una
libertad cada vez mayor respecto a las pautas y modelos
predeterminados genéticamente. En paralelo a las
pautas determinadas genéticamente, aumentan cada vez
más las funciones de reacción y de control
marcadas por los contenidos conscientes.
Además
de las puras reacciones reflejas o innatas, el ser humano
puede actuar con premeditación, conservando en parte
las fases de desarrollo evolutivo en este proceso.
Sabemos
que la motivación de las acciones humanas reside en
lo más profundo de nuestra conciencia e incluso
más allá, en el terreno del subconsciente.
Sabemos también que los reflejos y otros procesos de
reacción más complejos están
determinados por la experiencia individual - que se
estructuran neurológicamente, que son recurrentes y
condicionables y que, incluso, pueden acceder, por medios
aún ignorados por la ciencia, a la información
genética del individuo.
Si
no fuera así, ¿cuál es entonces el origen
de los reflejos innatos? ¿Cómo podría
existir un desarrollo evolutivo si la experiencia individual
o las aptitudes y ventajas del individuo - en el sentido de
una mejora en las oportunidades para los genes - no pudieran
estructurarse genéticamente para, de este modo, poder
transmitirse hereditariamente? ¿Para qué iban a
crear nuestros genes unos organismos complejos si no
obtuvieran también una mejora cualitativa,
además de su transmisión mediante la
reproducción?
En
mi opinión, la evolución no se basa
únicamente en la casualidad de la modificación
genética por "accidente" o por errores de copia a
escala molecular, sino que también es posible que la
propia experiencia vital de los individuos influya en su
estructura genética (en contra del dogma de Crick,
que sostiene que las características adquiridas por
los organismos no pueden incorporarse a su código
genético).
Actualmente,
la actividad principal en el campo de la genética se
centra en el análisis y la manipulación de los
genes, aunque ni siquiera sabemos qué efectos pueden
derivarse de estas intervenciones arbitrarias, tanto para
nosotros como para las generaciones futuras. Desconocemos
incluso el propio metabolismo del ADN, es decir, no sabemos
cómo se comporta en nuestro organismo el
código genético que asimilamos a través
de la alimentación.
Hasta
la fecha esto no revestía mayor importancia, ya que
el código del ADN desarrollado evolutivamente desde
los organismos unicelulares, pasando por las verduras y
hortalizas, hasta el ganado vacuno era compatible, o casi
idéntico en algunos casos, con la información
genética de las células humanas. Lo que ocurra
a partir de ahora, debido al incremento en la
manipulación de la información
genética, la incorporación de genes
artificiales en la cadena alimenticia, etc., no lo sabe
nadie: ¡nos han convertido a todos en conejillos de
Indias! El escándalo de las "vacas locas" (la EBB o
encefalopatía espongiforme bovina) sólo
demuestra cómo la ciencia se somete servilmente a los
intereses mercantiles y el trato tan escandaloso que se da a
los ciudadanos. (¡No se pretende expresar aquí
una postura contraria a la ingeniería genética
en general, sino contraria al uso acrítico y con
ánimo de lucro de la misma!)
Pero
volvamos a los motivos de las acciones humanas. Todos
sabemos que no sólo nos motivan los pensamientos
racionales, sino también los impulsos emocionales. Y
que existe una estrecha conexión entre ambos. Las
emociones son, en parte, herencia biológica, tienden
a interferir en nuestras vidas en forma de reflejos. Ser
conscientes de esta relación, para aprender a manejar
las emociones de forma creativa, forma parte del proceso
hacia la madurez humana, tanto individual como
colectivamente.
Aunque
este campo aún no ha sido investigado en profundidad,
sí sabemos que también en las emociones se
produce un perfeccionamiento filogenético y que,
mediante el potencial de conocimiento y pensamiento de
nuestro cerebro, podemos influir en nuestra conducta
emocional. También en este caso existe una estrecha
imbricación entre el ámbito de las ideas y el
de las emociones.
El
conocimiento racional puro o las ideas que no resultan
creibles ejercen, consecuentemente, muy escasa influencia
sobre nuestras acciones. Y a la inversa, las ideas o
conocimientos que emocionalmente consideramos verdaderos
ejercen una fuerte influencia, tanto sobre nuestras acciones
como sobre nuestro pensamiento posterior.
Es
precisamente esta 'resonancia emocional', que suele pasar
desapercibida, la que confiere una importancia fundamental
al debate sobre nuestra visión del ser humano, sobre
las religiones y las ideologías. Sólo
así resultará evidente la enorme influencia
que ejercen las creencias sobre las respectivas ideas y
acciones de nuestra vida cotidiana.
El
lenguaje - o la PALABRA -, como impulso sugestivo que
actúa sobre la vida individual, representa un
poderoso estímulo para los seres humanos. La
información, ya sea oral, visual o material, ejerce
una influencia determinante en nuestra existencia. Por ello,
resulta inevitable preguntarnos en qué creemos. Y,
ciertamente, la información religiosa no
debería ser una excepción y continuar una
existencia propia e intocable en la esfera de los asuntos
privados.
La
libertad del espíritu y la conciencia de la
dimensión social de la humanidad
La
religión nunca ha sido un asunto privado, sin embargo
su trasfondo político ha permanecido oculto hasta
ahora. Pocos han sido los interesados en poner de manifiesto
las posibilidades de manipulación. Y mientras
religión y política compartan los intereses de
la dominación, declarar la religión como
"asunto privado" contribuye a cimentar el status quo de la
línea de pensamiento dominante. Siempre que el
"pensamiento religioso" choque contra los intereses de la
política, ésta no dudará en recurrir a
medidas efectivas para aislarlo y silenciarlo, llegando
incluso al asesinato.
La
publicidad comercial hace tiempo que ha descubierto la
citada interrelación y la utiliza ampliamente para
manipular la voluntad de los individuos. Resulta
significativo que determinadas técnicas de
manipulación - como, por ejemplo, la
utilización en televisión de brevísimas
instantáneas que nos pueden pueden "colar"
determinada información en el cerebro sin que seamos
conscientes de ello - sólo estén prohibidas
allí dónde este tipo de actividad pueda ser
controlada. Por lo demás, prácticamente todo
está permitido. Por citar un ejemplo reciente, en la
campaña electoral para la presidencia de EE.UU. entre
Bush y Gore, durante una película publicitaria de los
republicanos, se muestra en pantalla el nombre de sus
adversarios políticos: "DEMÓCRATAS"
("DEMOCRATS", en inglés); en varias ocasiones y
durante unos brevísimos instantes sólo se ven
las últimas letras de la palabra (-RATS = -RATAS),
algo que apenas resulta visible pero que sí percibe
nuestro subconsciente (fuente: Süddeutsche Zeitung,
13.9.00). Por supuesto, se produjo una protesta por parte
del Partido Demócrata, pero el anuncio ya
había surtido el efecto pretendido en las mentes de
quienes lo habían visto.
También
en el terreno militar se desarrollan investigaciones y
aplicaciones de estas técnicas y conocimientos con el
fin de manipular la opinión pública sin que se
note. El acompañamiento mediático desplegado
en torno a las guerras en la actualidad demuestra lo bien
que funciona esta técnica. Noam
Chomsky
es uno de los escasos científicos que, desde hace
décadas, denuncia incansablemente estas
manipulaciones y las demuestra de forma inequívoca.
La
palabra, ya sea escrita o hablada, tiene efectos sugestivos
y representa para el ser humano un estímulo
condicionado tan real como todos los demás
estímulos condicionados. Además, sus efectos
son particularmente abundantes. Tanto desde el punto de
vista cualitativo como cuantitativo, la influencia que
ejerce el lenguaje supera con mucho la de cualquier otro
estímulo condicionado, pues la palabra se relaciona
con todos los estímulos internos y externos que, a lo
largo de la vida, se van acumulando en las diversas regiones
de la corteza cerebral. Las palabras pueden simbolizar y
representar a cualquier otro estímulo activo, sin
excepción; de ahí que las palabras puedan
invocar todas aquellas reacciones del organismo que en
algún momento hubieran podido ser desencadenadas por
cualquier otro estímulo. No hay una sola
función corporal, ninguna reacción de nuestro
organismo tan oculta, ni siquiera los procesos hormonales o
psíquicos, que pueda sustraerse al efecto de la
información verbal.
La
obligación de ser creativos, atendiendo a las
condiciones de vida, como condición previa para
alcanzar la libertad
A
partir de aquí se nos plantea la cuestión
general sobre la compatibilidad de la información con
los modelos genéticos y las condiciones de vida
naturales del organismo. La compatibilidad de la
información mental con el potencial creativo de la
naturaleza determina sus efectos psicológicos
mediante la educación y la impronta cultural; si no
es compatible, se producirá un efecto
patológico.
Por
tanto, quien realmente esté interesado en un cambio
político debe preguntarse en primer lugar:
¿Qué visión del ser humano, qué
idea de la existencia humana, qué idea del objetivo
de la vida, resulta adecuada para generar en el hombre una
atmósfera psicológica de confianza, de
seguridad interior, de autodeterminación, de
franqueza, de valentía y de amor? Pues una
atmósfera de tal naturaleza sería la
condición previa para poder vencer alguna vez todas
las consecuencias destructivas de la desconfianza, la
inseguridad, la alienación, la mentira, el miedo y el
odio.
Huelga
decir que no podemos esperar que la humanidad aprenda
colectivamente de las consecuencias de su existencia. La
historia nos enseña lo doloroso y laborioso que es
este proceso, así como lo fácilmente
manipulable que resulta en cuanto al efecto de aprendizaje.
Quizás
sea realmente un principio útil que usemos nuestro
espíritu humano de modo que seamos capaces de
aprender mediante el razonamiento intelectual, antes de que
nos obliguen a ello las consecuencias de nuestros propios
actos.
Pero
ello exige también estar dispuestos a sacar el
espíritu humano del ámbito de lo privado al
campo abierto de la confrontación política y
científica. Aquí podremos cuestionar sus
contenidos informativos en un debate abierto.
Llegados
a este punto, podríamos analizar el potencial
creativo de nuestras religiones, ideologías,
cosmovisiones y otros principios de la teoría social
con respecto al biosistema Tierra (GAIA). Así
podríamos aprender a desprendernos de todos los
hábitos destructivos y contraproducentes para
nosotros mismos. Podríamos aprender a concebirnos
como una familia universal, una comunidad a escala
planetaria, cuyos miembros individuales contribuyen al
bienestar común y que aprenden, aunque sólo
sea por su propio interés, a proteger nuestro espacio
vital, la Naturaleza, y evitar su
destrucción.
Juntos
podemos decidir hacia dónde queremos ir.
¿Queremos seguir girando eternamente en la vieja noria
de la supuesta libertad, o queremos aprovechar nuestra
oportunidad de transformar la cultura fratricida del
"laissez-faire" en una cultura de la fraternidad?
En
mi opinión, el objetivo de reducir el sufrimiento y
la miseria sobre este planeta ciertamente merece una
iniciativa política. Como un primer paso en esta
dirección se puede entender la religión en un
sentido amplio de la manera siguiente:
La
religión se entiende como el intento de
comprender la vida yendo a su propia fuente. La
religión es el intento del hombre de contemplar desde
una perspectiva apropiada la religación de la vida.
Esta
definición manifiesta claramente que la
religión, en contra de lo que es opinión
general, tiene más que ver con la experiencia real y
científica de lo que se exige estrictamente desde el
punto de vista de la fe, especialmente en phantasmas
metafísicas y contra-naturales. La fe* casi siempre
va unida a la inseguridad del no saber y por ende no es
fundamento firme para pensar y obrar. En un sentido amplio y
conferidor de una perspectiva bien orientada, la
religión, así comprendida y más
allá del saber y su constante actualización,
llega a una conciencia crítica que no es otra cosa
que el punto de partida necesario para actuar de un modo
responsable. La condición para una cooperación
de todos las ciencias en pro de un modo de obrar responsable
y ventajoso para la comunidad humana es la
comprensión generalizada de la religión misma
en este sentido. Una política que se defina partiendo
de este punto de vista, se propondrá la meta de
servir exclusivamente al bien de todos, con lo cual
asentará unos seguros cimientos con vistas al
futuro.
*Nota
del traductor: el concepto carece en la lengua original
alemana - Glauben" - del sentido puramente
religioso que disfruta en los ámbitos de la
cultura latina. Glauben" es verbo (substantivado
aquí) que significa tanto creer" desde el
punto de vista religioso como en su acepción
más profana, es decir considerar que algo
sea verosímil o simplemente probable". El autor
ciertamente se refiere a la fe desde un punto de vista
religioso, pero más como creencia de tintes
dogmáticos que en tanto sentimiento religioso
fundamental.
(versión
inglés)
(versión
alemana)
Emanzipation
Humanum,
Versión 4. 2002. Serán bienvenidos los
comentarios críticos, las sugerencias sobre la forma
o el contenido y el debate. Queda autorizada la
reproducción, siempre que se respete integramente el
texto, se cite la fuente de procedencia y se envíe un
ejemplar de muestra. Será bienvenida la
traducción del texto a otras lenguas. Previo acuerdo,
se puede modificar y resumir el texto.
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